miércoles, octubre 19, 2022

Proyecto Brea 4. Despellejarse la piel del Amo por Vanesa Guerra Beca Creación 2021 FNA

El espíritu guerrero irá encendidx en angustias
-su corazón no es infeliz.

Al perro de mi corazón, no lo asustes,
no lo asustes. Alejandro Schmidt


Reseña:

Ideas para diluir la brea viscosa que ungió a nuestrxs cuerpxs
Despellejarse la piel del Amo será escribir y pensar con otrxs para tratar el problema.
La urgencia:
La lengua del amo se vuelve sobre el yo y lo violenta. Inocula formatos disciplinados, vivencias en tiempo lineal que narcotizan la historia para ungir nuestrxs cuerpxs asfixiando la lengua con la que respiran.
Existir con tanto ahogo no tiene caso. Habrá que probar la potencia de la lengua tajeando el látex que nos recubre.



Comentario preliminar
Estas notas buscan agitar al cuerpx poéticx en el que ensamblan a modo de dialogo e interpelación fragmentos de los libros Walser, traductor del limbo (Bajo La Luna, 2017); La sombra del animal (Bajo La Luna 2008); La lengua del desierto (Buena Vista Editora, 2020) ¿Dónde tienen la boca estos peluditos? Inédito. Estas transtextualidades e intertextualidades están al servicio de revisar la depresión social de la época y su posibilidad angostísima de moverse hacia otra materia para arribar a la angustia como zona de pasaje y acaso como laboratorio para un devenir a una lengua poética, es decir entregarse a una experiencia de lenguaje que nos restituya la voz no mercante, a cada quien, entre cada quien, en este mundo y con esta tierra.


El espíritu guerrero irá encendidx en angustias

-su corazón no es infeliz


Al perro de mi corazón, no lo asustes, no lo asustes 
Alejandro Schmidt (1)

 


La felicidad no sella las bocas, en batalla las moscas zumban en la comisura de nuestrxs labios, y no decimos: "la felicidad" más bien la bostezamos como nxs enseñó Lispector, porque queremos la materia de las cosas: algo más ancho, más sordo, más profundo, menos bueno, menos ruin, menos bello. Aunque también ese algo corra el peligro de llegar a transformarse, en nuestras manos groseras, en pureza; en nuestras manos, que son groseras y están llenas de palabras.
(2)



En los desiertos nxs volvemos otrxs, como en la angustia, esa experiencia que habilita la apertura de una puerta mucho antes de buscarla, la angustia -tan angosta- siempre es buena brújula, es como una lengua divina que no se entiende, algo inhumano, sobrenatural, una revelación sin pista ni símbolo, no hay exégesis posible, del tiempo íntimo no sabe mucho, no es puntual, siempre llega temprano, nos toma en pijamas y en calzones raídos nxs recluta en un tris.


// Interrupción del wasap a quien escribe estas notas> unx de lxs personas con quien trabajo no hace tanto deja un mensaje de voz, ateridx, para avisar que tiene un clona sublingual en la billetera y lo va a tomar. De pronto pienso en hombres de barba y ojos hermosos que tienen un invisible tajo en la shilaba por donde deslizarán la mano para activar una bomba sin par; es venganza en nombre de Alah. 
Alah es magnífico, Alah es grande 
y el blindaje farmacológico me ha ganado de mano, estamos en pandemia y pasa cualquier cosa y quien ha grabado su mensaje ya no lo soporta; está temblando apenas puede sostener la conversación cuando le llamo, bastarse con el aire en una respiración corta y alta que le va a oxigenar por demás, y menos que menos, puede decir alguna pequeñez que le libere. Es una urgencia, una inminencia, apenas dispone de una idea, de una mascarita minúscula; le presto alguna humorada y la tendrá que devolver, entonces afloja la cosa un poco y si bien este no era el plan, la sublingual que no es ninguna lengua nxs ganó la partida, los segundos que tardé para escuchar el mensaje de voz y llamarle por teléfono bastaron para que se clave la pasta y comulgue junto a tantxs desconocidxs a las tres de la tarde.

Hay algo monstruoso, dice, y no sabe precisar si es la luz temprana cayendo entre los árboles sobre el busto de Evita en medio de la plaza o si es un recuerdo de infancia de una bicicleta oxidada, o si es la luz sobre la polvareda que levanta el paso del sulky al mediodía, y los perros que ladran, o la añoranza entrando sin permiso cuando un rato antes leía a L Ortiz, casi a la hora de la siesta.

En 15 minutos el malestar sucumbe y las imprecisiones de su memoria alborotada e incisiva se han llamado a silencio. Algo del ser abierto que lo invitaba a los ponchazos claudica.

Habrá que volver a esperar.

Esperar. 
Aprender a esperar en una cultura velocísima es tan doloroso.



Cuando estoy en la clínica –me dedico al psicoanálisis hace treinta y pico años- no soy adeptx a raíces, ni a árboles genealógicos; pretendo sacudidas, despertares, satoris, anomalías, huérfanos, híbridos, productos abominables. La clínica es como la escritura que me atraviesa, producto de una experiencia de lenguaje, una experiencia de lenguaje es aquello que va a quebrar cualquier posibilidad de sentido fácil, es lo que mueve un punto de encaje y nxs hace trastabillar en la lengua materna, lo que significa que empuja a cuestionar involuntariamente una zona de identificación en la lengua con la que el YO se obliga para incluirse, siempre eclipsado, en un modo social en el que no es representado; un yo trastabillado no puede entrar al mercado, porque el mercado tiene otra ley, asume un soporte cuasi perverso, con lo cual tiene que hacer una maniobra terapéutica, y no psicoanalítica, en contra de la angustia que es La condición de lo humano, entonces, se trata de una maniobra que aplasta al sujeto destituyéndolo de sus pliegues.

El mercado (y evóquese en esta palabra los reflujos de la derecha, los capitalismos tardíos o tempranos, las operaciones libertarias reptilianas, las tecnocracias, meritocracias y metástasis bursátiles y burócratas, -siguen los etcétera en esa línea) el mercado, digo, tiene que entretener-nxs, tenernos entre sus- esa es su Ley, su ley perversa, la que narcotiza el deseo, lo que mantiene la cosa real en suspenso, agazapada, alejada de nosotrxs a distancia obligada; aunque de todas formas, en alguna de las vueltas eso salta y se nos viene encima, y como ese gato encerrado que desestimamos en las noches, desde alguna rama del árbol se arroja y nxs desgarra la piel de brea y el hombro respira el ardor de las cosas.

El modo que asume la violencia aquí o allá, se advierte en los productos masivos y virtuales que mantienen aplastada o suprimida a la horda planetaria; esa violencia alisa las texturas de la angustia, copta los últimos coletazos de la subjetividad y evita cuestionar las maneras en que lo humano y su condición trabaja en cada unx.


Hay un modo del yo es nosotrxs que no habilita las diferencias, sino que masifica a tal punto que todxs somos Google.
Ese plural es una grandiosa patología neoliberal
Una comunidad sin cuerpo, ni espiritu que la sostenga.

Notas:

[1] Alejandro Schmidt, 2016. Otros rayos. Editorial Borde Perdido



[2] Lispector, Clarice. 1964 La pasión según GH


[3] Entrar en la espera, es también darse a la experiencia del tiempo, librarse de la asepsia que esta época impone, cómo así de también de la búsqueda irrefrenable para instalar e instituir una cápsula de pura vida alimentada por costosas fórmulas reformuladas como fluoxetina/duloxetina ad libitum para esta sociedad depresiva (Elisabeth Roudinesco, 2000), configurada por sujetos en descomposición que maman del Netflix, Internet, Virtualidades, Likes, como del propio ombligo donde NO se anudan los sueños. Porque si hay algo más esquivo para el soñar de estos días es el Ombligo del Sueño, instancia abisal que indica que YO no es YO. Relámpago que muestra cómo el Yo es una reducción, una síntesis dolorosa de un vastísimo territorio irrepresentable, inasimilable e incuestionable para cualquier cuerpo bajo identidad única de sentido normativizado.



El Palacio 2007 <>  
A. Weerasethakul : A veces no es necesario entenderlo todo para apreciar cierta belleza.






Imágenes de A. weerasethakul 


ENLACES ANTERIORES

PRIMERA PARTE : Bailad!
LA LENGUA ES UN SABER HACER CON LO AUSENTE EN UN MUNDO DONDE TODO SOBRA.

EL DESIERTO : ENSAMBLE: LISPECTOR <> JABÉS <> VON BINGEN <> AGAMBEN SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE: EL SILENCIO Y LA SOMBRA. NOTAS ERRANTES SOBRE LA DEPRESION. LA ANGUSTIA COMO PASAJE SALVIFICO  TERCERA PARTE

QUINTA PARTE >< QUINTA PARTE 
Pensar con otrxs: Trama abierta. Ensamble Martín Glozman >< Vanesa Guerra

Sexta parte >< Sexta parte
Tenemos que hablar de Hildegard, mon amour.
(a propósito de Estrella Negra -ficción mística de Mariana Docampo)

lunes, septiembre 19, 2022

Proyecto Brea 3: Despellejarse la piel del amo. Vanesa Guerra. Beca Creación 2021. Fondo Nacional de las Artes. Argentina

En esta entrega: El silencio y la sombra ✔ Notas errantes sobre la depresión ✔✔ La angustia como pasaje salvífico


Ningyo

Reseña:
Ideas para diluir la brea viscosa que ungió a nuestrxs cuerpxs
Despellejarse la piel del Amo será escribir y pensar con otrxs para tratar el problema.
La urgencia:
La lengua del amo se vuelve sobre el yo y lo violenta. Inocula formatos disciplinados, vivencias en tiempo lineal que narcotizan la historia para ungir nuestrxs cuerpxs asfixiando la lengua con la que respiran.
Existir con tanto ahogo no tiene caso. Habrá que probar la potencia de la lengua tajeando el látex que nos recubre.

#LETRAS #NOFICCION
PATOLOGIASNEOLIBERALES #LENGUASMORIBUNDAS #RESERVORIOSREVOLUCIONARIOS


Comentario preliminar
Estas notas buscan agitar al cuerpx poéticx en el que ensamblan a modo de dialogo e interpelación fragmentos de los libros Walser, traductor del limbo (Bajo La Luna, 2017); La sombra del animal (Bajo La Luna 2008); La lengua del desierto (Buena Vista Editora, 2020) ¿Dónde tienen la boca estos peluditos? Inédito. Estas transtextualidades e intertextualidades están al servicio de revisar la depresión social de la época y su posibilidad angostísima de moverse hacia otra materia para arribar a la angustia como zona de pasaje y acaso como laboratorio para un devenir a una lengua poética, es decir entregarse a una experiencia de lenguaje que nos restituya la voz no mercante, a cada quien, entre cada quien, en este mundo y con esta tierra.

TERCERA PARTE

El silencio y la sombra

Cuando Jun'ichirō Tanizaki escribió El elogio de la sombra (1933) su tristeza bebía de lo irreparable, ¡qué impontencia! Esa letanía - sedienta de opacidad- estaba hecha de una luz de neón inoculada desde la primera guerra que amenazaría a su cultura durante muchos años. 
Con el tiempo Japón se volvió hiperreal (categoría que tomo prestada de Baudrillard en Cultura y Simulacro) lo que equivale a decir que se occidentalizó tanto que superó a occidente y ahora basta con mirar algún animé o darse a la fluidez de un mangá para descubrir que allí está preñándose le hije de nuestrxs hijes e incluso nosotrxs con nuestros sueños más tardíos que lejanos, por eso, pareciera que ahora Japón se asemeja a una luna invisible de un planeta lejano narrada no tanto por Bradbury, como las que omitió y no plasmó Kobo Abe cuando escribió La mujer de las dunas (砂の女, Suna no onna). 
¿Cuántas veces leemos el cielo abierto en esa novela? o ¿cuántas veces lo vemos relumbrar en plateados sin nitrato en la película homónima de Hiroshi Teshigara?

La arena tanto en la novela de 1962 como en la película de 1964 no es la arena del desierto, no es la arena de una voz antigua e indatable, ni el grano de la voz en la palabra. La arena allí marca otra cosa; es lo que hoy podríamos llamar el patriarcado, o la viscosidad de los héroes compuestos en la moral, la norma, el capitalismo, la no sorpresa: zona donde nada tiene su buena grieta, su rajadura, su luz mortecina, su afán de impronunciabilidad.

¿Cuál era el dolor de tanta luz cegadora? Acaso el futuro inmediato, reflectores encendidos recalentando los recovecos del misterio, adquirir lo espiritual con mercancía, perder el lazo a lo divino o si quiere ciertas intervenciones que se harían sobre el lenguaje a fin de que todo quedara de alguna manera bajo control. Como ejemplo: En Japón los kanjis se usan para escribir la raíz de las palabras, las palabras compuestas y los nombres propios japoneses. Hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial se empleaban unos 7000 kanjis distintos. En 1946 el gobierno japonés a fin de simplificar la escritura, publicó una lista llamada Toyo Kanji que comprendía los 1850 caracteres autorizados a aparecer en libros, periódicos, y aptos para ser enseñados en las escuelas. En esa reducción/ selección/ eliminación de kanjis muchas familias perdieron su posibilidad de escribir legalmente su nombre.[1]/[2]



Ahora mismo recuerdo a mi maestra de lengua japonesa, Sensei Tobata San; su nombre, Aiko, trae reminiscencias de un corazón arrobado. Tobata San era para todxs una maestra perfecta, había sido sensei de niñxs en Tokio, y tenía muy claro cómo era para un adultx como nxs entrar en una lengua lejana e imposible. Ella fue nuestra adorada durante varios años en la UBA, hasta que finalmente un programa de estudios quedó desfinanciado, perdiendo su agalma, e impidiéndole renovar el contrato. Entonces, con cierta dificultad la buscamos por fuera de los claustros y dimos con ella, y aprendimos a cocinar comida japonesa, a manejar con cierta destreza los palitos y a recibir a sus amigxs, que dejaban Tokio con alegría expectante para vivir en Buenos Aires, bailar tango, y darse a cierta curiosidad de fines de semana - allá trabaja sin domingo, la escuela, nadar siempre torneo -explican, ríen, y a falta de un punto y aparte se brinda una y otra vez con vino tinto en la derecha y empanada en la izquierda; así celebrábamos las opacidades en la lengua amiga y probábamos nuestro nihongo 日本語 precario, que aún no prendía (ni prendería como gajos de crisantemos) pero que sabía restellar en lo espontáneo de olvidos, fallidos, composiciones gramaticalmente anómalas, pero maravillosas y libres.



Una tarde de trabajo con Kanjis, Sensei mencionó, acaso con una pena heredada, el dolor de algunos familiares de familiares que habían perdido su nombre en aquel tiempo, posiblemente tíxs abuelxs, tíxs de primxs, o hermanxs mayores de aquellxs. No dijo mucho más, pero recuerdo que el silencio que se abrió paso al terminar la frase parecía una congoja.



Le dije a mi alma: quédate inmóvil y deja que la oscuridad te encuentre que será la oscuridad de Dixs.[3]



Las alas bajo un sol negro

-notas errantes sobre la depresión




Lo blando ofrece sonidos pequeños, morosos, fruiciones involuntarias; no es barro lo que pisamos; no lo vamos a decir, ni a nombrar, ni a pensar, hay cosas que no volveremos a pensar, ni a decir, ni a nombrar, nuestra poca fuerza reside en eso, en un falso no saber, en un falso no querer saber, en la práctica de un olvido inmediato, en ignorarnos.

Y yo le perseguiré para que huya de sí mismo hasta el fin del mundo

Nxs doblamos de nauseas, nada sirve de refugio, han revisado cada hueco, no estamos vivxs, somos presas aún no cautivxs bajo sombras aladas que pronto sabrán que nxs movemos sin estrategia.

When me they fly, I am the wings

La oscuridad toma la memoria, el mapa del tiempo es un laberinto. Se escucha gemir un nombre, mientras rompe un grito que no parece humano. Tu amor nxs hace vulnerables.

No voy a reconocer tu voz, no voy a recordar el llamado de la vida.[4]




Brea viscosa ha ungido nuestrxs cuerpxs

-despellejarse la piel del Amo



¿Qué es estar el mundo?

El mundo es pensar que aún estamos en este siglo.[5]



¡Huid hermanxs!

¿Adónde vamos a huir más allá de este desierto? Él ponía el dedo sobre su boca y decía: “Huid de esto”; después entrando en su propia celda, cerraba la puerta y se sentaba.[6]



Sólo tienes que dejar que ese delicado animal que es tu cuerpo ame lo que ama.[7]



La lengua va devastando su experiencia poética, diluye su modo real para hacer frente y resistir a los lenguajes neoliberales que generan estados zombies, capturas en zonas fuera de lengua, estados de depresión habilitados y legitimados por un mercado de psicofármacos que avanza en una aceleración colosal. Esa inmersión en la lengua del código de barra, obligada desde las metástasis burócratas, las tecnocracias o los neopanópticos, afecta nuestras corporalidades destituyendo diferencias y rugosidades como una película viscosa que, adhiriéndose, cubriera y sellara todos los intersticios por donde la lengua-cuerpx respira y fuga. Vive.

Despellejarse esa piel será tarea de las políticas de lenguaje.

El problema no es la falta en ser -siempre donante, sino la negación absoluta de lo Real, tan atendida por el Realismo Capitalista (tomo el concepto en la huella de Mark Fisher y entiendo lo Real en la zona que dispone Jacques Lacan). La crisis representacional del sujeto, la devastación de las subjetividades, la cancelación del futuro, bien podrían ser el efecto de un lenguaje fosilizado que opera -lo remarco- como código de barra, como lengua de eslogan, metódica que sabemos reconocer en todos regímenes totalitarios, neoliberales, capitalismos tardíos... Este modo de la neolengua desestima la operación poética como experiencia de lenguaje en tanto ignora la otredad de su savia o sea su extranjería fundante. Una lengua que no se experimenta en la otredad, en sus ombligos y fugas, no sólo es políticamente un arma para inocular la depresión social en escala global, sino que además, mutila al sujeto en su potencia y en la posibilidad de realizar una experiencia trascendental/espiritual o aun una experiencia de angustia como zona de quebranto, pasaje o ruptura en la posición subjetiva; esa forma de la captura nos empuja a un fuera de lengua en el sentido nietzscheano: ha llegado un tiempo en que no hay más tiempo, resultado yermo de esa felicidad inventada por lxs últimxs hombres, esxs que se complacen con el mérito de llenar un siempre barril sin fondo. Ese es el lenguaje a destituir, habrá que buscar una estrategia para trascender la falsa lengua, para quitarle lxs cuerpxs, despellejarle esa brea impermeable que funciona como Captura y en cuya obsolescencia programada se ha activado -desde el vamos- una cuenta regresiva contra nuestro planeta/cuerpx ya enfermo.

La depresión no ha entendido nada de la ausencia. Su lengua es tosca, informativa, nxs toma de barril y nxs llena hasta el sin fondo. Esa completud inigualable no habilita la memoria, no hay operatoria que resista para hacer trabajar la historia, olvidarla, reevaluarla, fallarla, narrarla, borrarla, borrarnxs, reaparecer, sufrirla, volverla a lanzar. La información es un presente inmediato, una zona espasmódica y como un revés del éxtasis en donde el tiempo del yo se diluye y se entrega, este presente que hoy nos configura es del orden de un tiempo traumático en el sentido de lo que no se puede reelaborar: toma como rehenes nuestrxs cuerpxs, e inocula al Yo una felicidad obscena nacida del fondo de la meritocracia. 
La época nxs trabaja como si fuera un instante catastrófico. Ha desaparecido la espera, y la perspectiva de una duración parece eliminada. 
Lxs cuerpos precipitadxs en lo inmediato ya no pueden aprehenderse en una duración, y todo movimiento de reanudación que engendrara un efecto de subjetivación parece condenado al fracaso[8].

Es este un tiempo inhabitable, su intemperie hace del mundo La Corporación del No-Lugar. Esa emoción amordazada del estar/ser blindadxs, en una narcosis del deseo nos excluye de nosotrxs mismxs y como una aplanadora consigue una depresión llana que plagia al desierto no tanto en su vacuidad, como en su desertez y en su principio desangelado lo replica -no en lo Real del organismo vital e indómito que da noches que le florecen en primavera o en madrugadas que le irrumpen nevadas, como en esa hiperrealidad de absoluta hemorragia y de perpetuo negacionismo.

En esta tierra de exilio, el tiempo viral se acelera y tapa, sella, invisibiliza todos los intersticios por donde lo Real acercaría su siempre lejana orilla.

Así ungidxs en brea, habrá que largar la piel, dejarla secar bajo el sol lascivo y reptar sobre las dunas y piedras hasta que el Atacama Andino nos reintegre y florezca.


Notas


[1] Albert Torres I Graell Kanji 1995. La escritura japonesa. 2da edición -Ed. Hiperión


[2] Los tōyō kanji (当用漢字) son una lista de los 1850 caracteres kanji considerados de uso general y propuesta por el gobierno japonés en 1946. Esta lista fue sustituida en 1981 por la de jōyō kanji, que tiene 1945 caracteres. Posteriormente, en 2010 se retiraron 5 de ellos y se añadieron 196 para configurar la lista actual de 2136 kanji de uso común. (Wikipedia. Ultima actualización en abril 2020)


[3] T.S.Elliot. Four Quartets. East Coker, III

Enlace con San Juan de la Cruz en: https://sophiaveda.wordpress.com/2013/06/26/t-s-eliot-y-juan-de-la-cruz-para-venir-a-serlo-todo/


[4] En orden de aparición, las citas en itálica corresponden a Thomas Mann en Las tablas de la Ley y Emerson Ralph W. en Bhrama.


[5] Abba Macario. Siglo IV. Desierto de Escete. Apotegmas de los padres del desierto. Ichtys. Lumen 1979


[6] (Alf, Macario) Apotegmas de los padres de Desierto. Versión de Martí Avila i Serra. Olañeta Editor. 2003


[7] Mary Oliver- Gansos Salvajes. Trabajo de ensueño. 1986, en traducción de Sara Torres


[8] Sylvie Le Poulichet, 1995. La obra el tiempo en psicoanálisis. Amorrortu editores




Elogio de la Sombra PDF  >>>> Junichiro_Tanizaki.pdf

Sobre  Ningyo >>> Demonios Japoneses



Ver la mujer de arena 👆

FIN DE LA TERCERA PARTE

PRIMERA PARTE  : Bailad!
LA LENGUA ES UN SABER HACER CON LO AUSENTE EN UN MUNDO DONDE TODO SOBRA.

EL DESIERTO : ENSAMBLE: LISPECTOR <> JABÉS <> VON BINGEN <> AGAMBEN

CUARTA PARTE : EL ESPIRITU GUERRERO IRA ENCENDIDO EN ANGUSTIAS. SU CORAZON NO ES INFELIZ

QUINTA PARTE >< QUINTA PARTE 
Pensar con otrxs: Trama abierta. Ensamble Martín Glozman >< Vanesa Guerra





<3 dr. elephant

jueves, septiembre 15, 2022

Proyecto Brea 6 .Vanesa Guerra. Beca Creación 2021 Fondo Nacional de las Artes. Pensar con Otrxs: Tenemos que hablar de Hildegard, mon amour.


Proyecto Brea

Ideas para diluir la brea viscosa que ungió a nuestrxs cuerpxs

 

Reseña

Despellejarse la piel del Amo será escribir y pensar con otrxs para tratar el problema.

La urgencia:

La lengua del Amo se vuelve sobre el yo y lo violenta. Inocula formatos disciplinados, vivencias en tiempo lineal que narcotizan la historia para ungir nuestrxs cuerpxs asfixiando la lengua con la que respiran.

Existir con tanto ahogo no tiene caso. Habrá que probar la potencia de la lengua tajeando el látex que nxs recubre.


Comentario preliminar

Estas notas buscan agitar al cuerpx poéticx en el que se ensamblan a modo de diálogo e interpelación fragmentos de los libros que siguen escribiéndose en mí: Walser, traductor del limbo (Bajo La Luna, 2017); La sombra del animal (Bajo La Luna 2008); La lengua del desierto (Buena Vista Editora, 2020) ¿Dónde tienen la boca estos peluditos?  De próxima aparición en Editorial Tren en Movimiento.

Las ideas no se escriben de una vez y para siempre. Se cultivan, estallan y nos transmutan.

Estas transtextualidades e intertextualidades están al servicio de revisar la depresión social de la época y su posibilidad angostísima de moverse hacia otra materia
que active la angustia como zona de pasaje y acaso

como laboratorio para un devenir de la lengua poética, es decir, entregarse a una experiencia de lenguaje que nos restituya la voz no mercante, a cada quien, entre cada quien, en este mundo y con esta tierra.



Tenemos que hablar de Hildegard, mon amour
A propósito de Estrella Negra
(una ficción mística de Mariana Docampo. Ed. Leteo 2021.)






Hay un dístico sufi que en traducción al español se deja escuchar así:

Cuando se muestra ante mi,

todo mi ser es mirada

Cada vez que vuelvo sobre estos versos, me pregunto qué se ha manifestado, qué ha sido dado a visión para que todo un cuerpo y un alma trasmuten a un ser que solo es mirada.

Pienso en algunas imágenes que tratan de acercar la experiencia:

el cordero apocalíptico y sus siete ojos en la cabeza;

el carro de Ezequiel, movido por la infinidad de ojos que ruedan;

o el serafín colmado de ojos que desbordan su figura, como si todo lo que compone la escena necesitara ojos, ante el ser resplandeciente.

<> 

En una de las miniaturas que retrata a Hildegard von Bingen recibiendo la visión, y volcándola en una tablilla de cera, su cabeza arde en llamas.


Estrella negra comienza con una escena de infancia.

La infancia siempre es propicia para recibir al ángel que franquea las puertas de la percepción; tal vez, porque en ese tiempo inaugural, la lengua está abierta y se asemeja más “al rocío sobre la piel de las uvas” (lo estoy citando a Mario Ortiz) que a la cárcel con la que los nombres ciñen nuestras existencias.

El riesgo de fosilizar así la lengua, de quitarle su hálito e instrumentarla de ese modo brutal, ha sido y sigue siendo el motor para una vida cada vez más tediosa.

 

La lengua que habita Estrella negra, nos trae remembranzas de la lengua de fuego con la que escribió y visionó Hildegard, o Juan de Patmos, o Gertrud Helfta, o Angela da Foligno o Enoc -entre otros y otras -abducidas por un espíritu en flamas, que insufla e inflama la lengua hasta desbocarla en esa zona mística o profética.

 

Recuerdo los días en que Mariana escribió esta novela, ella estaba entregada a meditaciones sin tiempo, como si el día entero fuera un alba.

En esos estados de conciencia abierta, todo nos habla infinitos lenguajes y, como Leopoldina en el cuento de Silvina Ocampo, Mariana regresaba de esos trances acercando a este mundo escuálido, poéticas, restallidos o reverberancias de otra tierra.

Yo tuve la suerte de ir leyéndole.

Los exilios de la casa yoica obligan a caminos angostos, porque el ser en esas otras orillas se expande y luego para cruzar el océano y regresar al lenguaje de todos los días -que dé a ratos se vuelve una herramienta tosca y grosera- tendrá que someterse a una traducción dolorosa, a un empequeñecimiento de sentido,

o bien (y esta es la decisión o la operación de escritura en este trabajo)

saltar el abismo para derramarse sobre el cuerpo de la lengua adormecida, desbordándole en un despertar.

En un guiño macedoniano (me refiero a Macedonio Fernández) se podría puntuar que esa es una lengua reciénvenida.

Lo voy a acentuar: Estrella negra está escrita en lengua reciénvenida.

La textura verbal, la experiencia poética gestada en esa aniquilación del yo, obliga a una experiencia de lectura por fuera del canon capitalista.

A esta novela habrá que leerla por fuera del tiempo, porque por fuera del tiempo ha sido urdida y acaso escrita.

Pienso en las madres y los padres del desierto de Escete.

Era el siglo quinto y ya necesitaban cambiar el mundo.

Ese cambio, que en ellos devendría experiencia: la experiencia del desierto, implicaba abandonar, no solo la familia y el pueblo natal para recluirse en ermitas, sino, por sobre todas las cosas: abandonar la lengua cotidiana para buscar la lengua divina; soltar el reflujo de la lengua materna, atravesar la acidia de quien se exilia, para habitar -finalmente- el olvido de la lengua gastada, con la que ya no podían hablar o escuchar la voz del misterio en la vida.

Por eso necesitaban quitarse la raíz de lo perecedero,

y lo perecedero era el tiempo. El modo de concebir y vivenciar el tiempo.

El tiempo, en lo humano y en la carne que se habita, se anuda en un dispositivo psíquico tan perecedero como es el Yo. 

Lo puntúo: El yo es perecedero.  Yo vivo. Yo muero.

Así, en el libro de los Apotegmas del desierto, leemos:

¿Qué es el mundo? El mundo es pensar que aún estamos en este siglo.

O también

Recuerda que eres extranjero todos los días. No sea que un viento quemante y violento destruya los frutos.

Esto es ser extranjero o extranjera en el tiempo.

Eso es No pertenecerle al tiempo.

 

Estrella negra no pertenece a la aventura terrena, sino que busca el tiempo de la visión, para transcurrir en el tempo de la mirada.

Leemos:

…la madre no soltaba el relato que la calmaba, y la angustia era tan grande como una boca llena de diablos. En la cuna, incendiada por la visión del lobo, pasaba la bebé extáticas horas de silencio. Con los ojos abiertos en plena noche, y mientras todos dormían, se dedicaba a la contemplación del trazo gaseoso. Las cortinas se movían con levedad. Ningún sonido, nadie hablaba; solo ella respiraba. En su interior, un océano se extendía sin fin y desbordaba sobre los contornos. La sombra estaba tendida como un manto sobre ese mar sin sonido (…) Salieron treinta y tres elefantes por las cuencas de sus ojos, y vio la estrella negra. En esa pura interioridad sin lenguaje, abierta al lado inmaterial de lo que existe, la bebé estaba disuelta en las geometrías ….  

 

Una de las imágenes del serafín sembrado de ojos, de tan magnifica es pavorosa.

Nos trae su aura medieval el ser tomado de visión; sus alas guardan semejanza a las plumas de los faisanes azules. El ser angélico cubre con sus alas un rostro posible -que jamás veremos- pero al mismo tiempo, como en una pesadilla, los ojos se le han multiplicado en las alas, en el cuerpo, en sus pies, en el aura, en el cielo, por doquier los ojos

¡sin parpados que le descansen o le abriguen!

 

Como una variación, recuerdo los versos que Emerson dedica a Brahama

Si huyes de mi yo soy las alas.

O la variación tremenda de Thómas Mann:

Le perseguiré para que huya de sí mismo hasta el fin del mundo

porque sobre él dirigiré mi rostro para que no sepa donde esconderse.

 

Ante la visión, solo resta la entrega.

Victoria Cirlot habla de abandono.

Ante la visión solo resta abandonarse, rendirse,

es una apertura tan demoledora que ya no se sabe quién busca a quién,

o si se quiere ya no se sabe quién mira y quién es mirado.

 

<> 

Al tiempo de una escritura sostenida, Mariana viajó a un paraje en las sierras grandes de Córdoba, y allá consideró el trabajo y a su vuelta me dio el primer manuscrito de lo que hoy es Estrella Negra, que entonces llevaba por título Visión.

Hay algo sobrenatural en la luz de esa luna; contó, algunas noches la luna no me dejaba dormir.

 

Vuelvo a la novela

Toco el lenguaje profundo. ¿De dónde llega como a una orilla? ¿de qué otro sitio vendría una luna radiante o apaciguadora? (…) ¿Que divinidad de mil pies me prestaría su aliento en ese borde del mundo?

 

En las inmediaciones propicias de quienes tradujeron y nos acercaron a Hildegard, leemos que la mirada fulmina el olvido de la justicia de dios, y que ese olvido de la justicia que podría ampararnos, ha generado el tedio y la infelicidad en nuestros corazones.

Dicho de otra forma, el corazón humano desbordaría en un sentimiento de pertenencia si la luna y los ojos de quien le miran, se hacen uno en la luz que va y viene.

Así, los ojos proyectan luz, agregan luz al objeto, al objeto que también irradia y refracta su propia y ajena luz-.

La mirada entonces es un encuentro.

 

Hildegard y sus interlocutores más cercanos y amados: la monja Ricarda y el monje Volmar, habían articulado la luz y la palabra, de tal manera, que la transmutaron a una materia múltiple, terrena y etérea, lumínica y balbuceante: así mientras Hildegard veía la voz que le obligaba a clamar y a escribir, a sus costados, como si ella tuviera otra boca, otros oídos y nuevas manos, los amigos traducían, copiaban y pintaban las visiones, con ardor.

Es esta una comunidad profética del siglo 12.

Les Hildegards, entonces, esa comunidad, traía a los claustros oscuros, códices o libros sagrados con miniaturas iluminadas en sus páginas que refulgían como verdaderas mandorlas o como ventanas a otras dimensiones o planos espirituales, pero aún así, sabían que los colores sólo eran la sombra de la luz absoluta.

Por eso preguntan, una y otra vez, con qué ojos se ve lo sobrenatural, por ejemplo, con qué ojos se deja ver la luz de luna que se le manifiesta a Mariana en sus noches serranas, y que le invita o mejor dicho la empuja a despertarse y a contemplar con cierto temor,

y finalmente a escribir.

Hay un aura antes y después de la mirada, una apertura, una disrupción, como si fuera la lengua de la angustia, siempre tan cercana a una lengua extraterrena y foránea. La mirada entonces también es un extrañamiento, al tiempo que la fortísima experiencia de un encuentro sin par.

La visión, la experiencia mística y profética, trata de eso: de hacer comunión con lo otro en un tiempo fuera del tiempo. En una zona, así le llama Mariana, una zona suspendida fuera de la materia y del lenguaje, una zona oceánica inagotable.

Escribe:

Mi cuerpo es minúsculo en el espacio de las estrellas. Y sin embargo la luz irradia desde mi hacia ellos, desde ellos hacia mí. Estamos en la Zona”

Como Tarkovsky, Mariana busca esculpir el tiempo, y su Estrella negra emerge como una visión abierta en esa zona del no tiempo donde la mirada esculpe el encuentro.


Creo poder leer en este texto un afán por construir una comunidad nueva; como un tajo salvaje en el tiempo espacio que habitamos, Mariana galopa en la lengua de fuego como quien viene a enlazar mundos, tajeando el látex que ha blindado al lenguaje alejándonos de lo espiritual.

En algunos testimonios de místicas y místicos de todas las épocas, leemos que el descenso de ese encuentro océanico, o la caída de esa pertenencia desbordante, o el retorno al mundo de lo individual, es tan penoso, tan excluyente, tan desnutrido que se le describe como intemperie, desgarro, partición, vida de exilio.

 

Sin embargo, quienes han experimentado el misterio del encuentro, de alguna manera buscan traducirlo y darlo a compartir, acaso para despertarnos de un olvido que pareciera irreparable, pero que toma la voz de un deja vu, como si fuera una añoranza de quienes fuimos alguna vez, cuando en la infancia supimos hospedar al ángel de la visión entre sueños.

Así, esta novela es una herramienta posible para activar la mirada entre quien lee y su ángel.

 

Vibran estas líneas de Agamben:

No puede tomarse un libro que se ama entre las manos, sin sentir un vuelco en el corazón, ni conocer de veras a una criatura o una cosa sin renacer en ella o con ella.

 

Notas

 Victoria Cirlot. Hildegard von Bingen y la tradición visionaria de Occidente. Herder 2005

 Giorgio Agamnben. En el estudio. Adriana Hidalgo 2018 

 

 


 

Final del Proyecto Brea

va a notas y agregados >>>>  click aquí

 Entregas Anteriores:


PRIMERA PARTE > Bailad!! 
La lengua es un saber hacer con lo ausente en un mundo donde todo sobra. >< Primera parte

SEGUNDA PARTE >>>
El desierto. Ensamble Lispector <> Jabes <> Von Bingen <> Agamben

Otra Lengua - otras corporalidades de la memoria




TERCERA PARTE <> Tercera parte
En esta entrega: El silencio y la sombra. Notas errantes sobre la depresión

CUARTA PARTE >< CUARTA PARTE
El espíritu guerrero irá encendido en angustias.

Su corazón no es infeliz.

QUINTA PARTE >< QUINTA PARTE 

Pensar con otrxs: Trama abierta. Ensamble Martín Glozman >< Vanesa Guerra

 

Bonus :
LA LENGUA IGNOTA DE SANTA HILDEGARD VON BINGEN





dr. elephant

domingo, septiembre 11, 2022

Proyecto Brea 2 Despellejarse la piel del Amo por Vanesa Guerra. Beca Creación 2021. Fondo Nacional de las Artes. Argentina

Reseña:
PROYECTO BREA:: IDEAS PARA DILUIR LA BREA VISCOSA QUE UNGIÓ A NUESTRXS CUERPXS >>


 Codex Vindobonensis





Despellejarse la piel del Amo será escribir y pensar con otrxs para tratar el problema.
La urgencia:
La lengua del amo se vuelve sobre el yo y lo violenta. Inocula formatos disciplinados, vivencias en tiempo lineal que narcotizan la historia para ungir nuestrxs cuerpxs asfixiando la lengua con la que respiran.
Existir con tanto ahogo no tiene caso. Habrá que probar la potencia de la lengua tajeando el látex que nos recubre.

#LETRAS #NOFICCION
#PATOLOGIASNEOLIBERALES #LENGUASMORIBUNDAS #RESERVORIOSREVOLUCIONARIOS


Comentario Preliminar
Estas notas buscan agitar al cuerpx poéticx en el que ensamblan a modo de dialogo e interpelación fragmentos de los libros Walser, traductor del limbo (Bajo La Luna, 2017); La sombra del animal (Bajo La Luna 2008); La lengua del desierto (Buena Vista Editora, 2020) ¿Dónde tienen la boca estos peluditos? Inédito. Estas transtextualidades e intertextualidades están al servicio de revisar la depresión social de la época y su posibilidad angostísima de moverse hacia otra materia para arribar a la angustia como zona de pasaje y acaso como laboratorio para un devenir a una lengua poética, es decir entregarse a una experiencia de lenguaje que nos restituya la voz no mercante, a cada quien, entre cada quien, en este mundo y con esta tierra.


SEGUNDA PARTE




Remedios Varo > Hacia la Torre




Otra Lengua

-otras corporalidades de la memoria


Y ella vio en el pecho de Jesús “el infinito mar de la divinidad” y en Él nadaba Juan como una pequeña abeja [1]



Habrá que trabajar y lactar de una lengua que llega irradiada por lxs cuerpxs que la invocan, una lengua que habla como recienvenida, con hechura extranjera; esa que en su flujo inesperado y disrupto, o en sus intersticios de silencio cobra textura y potencia para atestiguar las excedencias del ser, nunca asibles por el lenguaje, pero intuidas por esta otra operatoria que es la lengua poética, esa que nxs inquieta porque no se gasta en el uso, porque lejos de volverse mercancía invita una y otra vez al oleaje de la experiencia-


Atender a una lengua
irradiada por lxs cuerpxs que la invocan,
lengua que frasea como recienvenida,
con hechura extranjera,
relampagueante en su flujo inesperado y disrupto.[2]


Ensamble > Lispector <> Jabés [3]


Hay lo que pulsa. No es un empuje sino un pujar silencioso que quita el aliento; ¿dónde apoya su palanca para acometer con tal fuerza?

A veces nxs vampiriza. Anémicx, como vos cuando sabés de qué te hablo, me arrastran demonios del mediodía hasta escupir mi tarea. Habrá un soplo de vida en quien pulsa por escribir un movimiento puro

escribir un movimiento puro

–ella dice que le pusieron un nombre y la apartaron de sí.

Estoy escribiendo porque no sé qué hacer de mí. Es decir, no sé qué hacer con mi espíritu.

La consuelo, haciéndole entender que también yo padezco la vasta e informe melancolía de haber sido creado.

El, como ella, advierte que nada tiene un origen verdadero, que la cosas nacen diseminadas, que la vida está esparcida por doquier, que somos hablados antes de llegar, y que en nuestro nombre aún no nombrado nuestra ausencia discurre, y gana su espacio.

De pronto nxs apunta que

Toda claridad ha llegado del desierto.

Como ella, él, sabe que una ausencia llevaba su nombre.

Luego derrama su balbuceo en nuestras bocas: ¿Cuándo nacemos verdaderamente? ¿cuándo dejamos la muerte de la que provenimos?

Una ausencia llevaba mi nombre,

Porque el nombre no es más que el reflejo de una ausencia

Y cruzando a brazo partido el océano de arena, comulgan en que nadie escapa a su destino, que habrá que forzar la puerta para entrar en la escritura.


La ausencia gesta los nombres, las palabras brillan por ausencia del objeto, la lengua siempre es un aura,

Y la melancolía, el néctar del lenguaje.



Él dice, tan errado en su pasión, que comprende que hay un lenguaje para la muerte, tal como hay un lenguaje para vida.

Confuso, explica que no se le habla a alguien agonizante de la misma manera que a un ser vivo.

¿Qué lengua atiende quien anda al borde de la vida? Y ¿cuáles memorias de la eternidad perdida está a punto de reintegrar?



Esa lengua de fuego casi ha alcanzado el olvido de sí misma. Alguien –tantxs- la reencontraría liberta en los desiertos de Escete del siglo IV. Atravesadxs por la experiencia del encuentro, escriben libros apócrifos y sagrados, lo hacen cegadxs de luz oscura, con la deferencia de un yo disuelto en un tiempo presente hecho añicos.

Fuera de tempo van lxs peregrinxs para reintegrarse al espíritu que lxs habita.


Desierto

-una lengua no humana [6]


¡ven, quien quiera que seas, ven!

Aprende la lengua de quienes carecen de ella.

Rümï



Dicen que en el desierto los animales encogen el corazón como un mal augurio. En los innúmeros ríos de arena que jamás se aquietan, como una danza yerma e irrefrenable a la que se rinden, lo animal comprende la voz que llama a lo humano;

y aunque aquello no sepa descansar el paso bajo un cielo de fuego, y aunque la vastedad se atraviese sólo con ahogo, lo animal será testigo de quienes acudan a mares secos para hundir pliegues delicados de súplicas, en cuevas calladas de oración y espera.

Así lo humano en lo animal comparte el pan que ayuna y las infinitas maneras con que se nombra la ausencia.

El desierto ama en la vacuidad de las cosas, en los espejismos de sal que engendra en sus caminantes. La experiencia que no abduce es la voz que no se une al dios, un resto que duele en el desborde de esa búsqueda fallida: lxs amantes no se funden con el Amado. Toda un ingeniería amorosa y pasional en medio de la nada y de la sed

te busco, dime cómo, como quieras, como sabes, ten piedad.

Expatriadxs para encontrarle, la voz es roída por demonios que laceran los días. El dolor mortifica y fortalece. Una moneda de cambio. Visionan que los espíritus corrosivos de la carne están cercanos al dios que no traducen; pareciera que aquellos se tratan como de igual a igual. Pero el guardián proclama la diferencia ¿Quién como Dios? Nadie como Dios.

En el retoño de lo que siempre retorna vuelve a caer el Ángel Hermoso capitaneando legiones seducidas al abismo. Ese que clama bate una espada ígnea en lo alto y activa la épica más intemporal alguna vez narrada, una batalla tan humana que le obliga a celar la última puerta del Dios de sus ojos.

Ammas y Abbas cruzan arenales con el corazón sigilado en la boca; atienden sin par al nombre de pila de los astros que salpican la vía láctea sobre el filo de las noches; se afirman bajo la luz que proyecta una sombra lunar delante de sus cuerpos febriles, caminan donde camino no hay, en lo sin igual de un paso que va detrás de su propia sombra como quien inaugura la búsqueda de la negrura del ser, zona de disolución donde la conciencia eclipsa y el cuerpo libera de la jaula y su pájaro:

Es la memoria, es el lenguaje.

Buscan perderse en Dios, pasar de lo singular a la unidad; una pluralidad única.

Dios Plural: es unx es tres es infinito.

¿Qué es el mundo? -perplejan

El mundo es pensar que aún estamos en este siglo.

Recogimiento será dejar caer la lengua familiar, la memoria que en ella se comparte como un fósil, una operación de ida sin vuelta sobre el tiempo que abandona. Será abrirse a una experiencia de lenguaje, en donde cuerpo y memoria vacilen al desencajar la historia en la que se abroquela una identidad enraizada; un corrimiento tal propicia transmutar a lengua viva, nómada, preñada en silencios, cauta y opaca, diversa en sus registros, babélica, polisémica, indómita; habrá que volverla extraña de sí, liberta, despegarla de la piel en los cuerpos que ha configurado en la obligada rutina de los días; porque el orden que oprime es por lengua que cansa, la carente de brisa o tempestad en el claustro de su uso.

Hay un modo de la historia que cristaliza el pasado, cuando la lengua carga la historia de esa forma, la memoria es un lastre muerto.

Recuerda que eres extranjerx todos los días. No sea que un viento quemante y violento destruya los frutos.

Recuerda que no eres, no eres, ni de esta tierra ni de ninguna otra; tu extranjería es permanente, eres un exilio de Mí. Eres MÍ. No eres mío, eres Mí. Y a Mí debes volver porque Estoy-Soy en Ti. Soy quien debo volver. Somos el Uno Incontable. Esta es la comunión de los santos. Tiemblas de olvido porque has construido una memoria desangelada, la madre rectora del tiempo. Por eso cuando el encuentro ocurra, será con la voz intraducible e impronunciable. Y cuando quieras dar testimonio con tu modestísima herramienta, desvanecerás el misterio, porque el cántaro no contiene el océano.

Ese es el don de la boca en flamas, las incontables lenguas inflamadas de Dixs.

El don de lenguas.

El tiempo fuera del tiempo.

Tu espíritu habitante, a quien no has conocido.

El huésped que anfitriona.



La lengua poética

Ensamble: Lispector <> Jabés <> Agamben <> Hildegard



Provengo del desierto, como se proviene del más allá de la memoria.

Como vos, desciendo del desierto como de una memoria extranjera y remota; de esa salvaje y azul lejanía, que apenas es una marca intermitente en el cielo poblado de satélites humanos, nuestrxs ancestrxs donaron la voz a nuestra escucha confusa, y hoy el silencio se adquiere en los mercados como una viscosidad que se adhiere a los poros, sin embargo, aún así, ciertos días de gracia, la voz labrada de silencios nxs transverbera como la luz velocísima de una estrella apagada,

y viaja hacia nosotrxs como muerta la lengua adormecida,

atraviesa los océanos del tiempo de la espera; viaja como vos y yo y nxs en la tarea del machetear y desmontar la selva bursátil cargada de cemento y palabras secas y vacías.

Desciendo, como vos, de una lengua muerta

y desciende en cada unx para que el corazón malherido resucite.

Porque sólo tenemos de Dixs lo que cabe en nosotrxs.[7]

El lenguaje es mi esfuerzo humano. Por destino tengo que ir a buscar y por destino regreso con las manos vacías. La nostalgia no es el Dixs que nxs falta, la nostalgia es de nosotrxs mismos. Por destino tengo que ir, por destino regreso con lo indecible. Lo indecible me será dado solamente a través del lenguaje. Sólo cuando falla la construcción, obtengo lo que ella no logró. Todo estará en mí si no soy, pues “yo” es solamente uno de los espasmos instantáneos del mundo. Mi vida no tiene un sentido solamente humano, es mucho mayor, es tan grande, que, en relación con lo humano, no tiene sentido. Sólo realizaría mi destino humano si me entregara, a lo que ya no era yo. Entregarme con la confianza de pertenecer a lo desconocido, es esa una entrega real. El sentido de una pertenencia a lo desconocido. La confianza a esa extranjería, como una legión indecible que me habita. Yo era ahora tan grande como paisaje lejano. La vida me es, y no comprendo lo que digo. Y entonces adoro…


El aura del encuentro



Antes o después del encuentro la felicidad orbita.

El encuentro ilumina la zona y produce un éxtasis de ceguera, un fogonazo que dura lo necesario como para advertir el misterio y traducirlo. Lo que no admite retranscripción orbitará como la luna a la tierra, en permanente caída hacia nxs, un resto perfecto de intuición de haber sido otrxs, memoria que nos pertenece sólo porque nunca le pertenecimos; esa es la presencia, una irreparable extranjería: corazón de la añoranza, melancolía de una lengua perdida que late en cada experiencia de lenguaje.[8]

¿Qué memoria inaugura el tiempo en que no éramos quienes fuimos? ¿qué memoria inaugura la lengua de infancia, la escuchada sin comprender, la que invita como un oleaje marino que envuelve nuestrxs pies orillados, y nos adentra de intuición, intensidad y sutileza? ¿Quiénes fuimos en ese tiempo de olvido irreparable y fundante, quienes fuimos así de abiertos, con la percepción oferente?

Nadie habla solo, también habla el universo. Todo habla infinitos lenguajes[9]

Esa forma del pasado nunca pasado, del pasado ya no vivido, del pasado que esta siempre por venir, hace espesura cuando el presente ha movido su punto de encaje, sólo así en ese corrimiento extremo que disuelve el dispositivo yoico con todas sus políticas lineales y neoliberales, para alojar reliquias inconclusas de otro tiempo, y como planteara Freud, y resonara en Agamben, reconocer antiguas leyes en desuso en una hechura de lenguaje impedida, una materia trunca en su movimiento hacia nosotrxs que a veces bisbisea con su lengua perdida, ensordece con lengua totalitaria o destella con una no nacida. Así, por ejemplo, se abre y zambulle a la Lingua Ignota Hildegard von Bingen para alabar con palabras no humanas el nombre de Dios derramado y genesiaco sobre las cosas del mundo. No es una invención especulada, sino una lengua ignota revelada bajo un estado de conciencia abierta, la recepción de un don .

El que Es Sin defecto y Grande, ha tocado justo ahora una pequeña morada para que se vea un milagro y pueda formar letras desconocidas, y pronunciar una lengua ignota y también tocar por sí misma multiformes y armoniosas melodías.

Carta de Hildegard al Papa Anastasio, 1153



Ubi tune vox inauditae melodiae ? et vox inauditae linguae ?

¿Dónde sonará la voz de tu inaudita melodía?

¿y dónde la voz de tu lengua inaudita?

-Volmar a Hildegard, a modo de invitación para que deje registro de estos sucesos.

Quien recibe tendrá que dar, porque dar es un modo de devolver la gracia.

El estado de gracia es la experiencia de un desborde, zona de licuefacción yoica, nigredo. El arte y la mística conocen su refulgencia, su extrema intervención en lo corporal en un arco casi ilimitado que va de los estigmas a las bilocaciones, de las premoniciones a las experiencias de tiempo detenido, del control sobre la materia a la sanación de enfermos, de un fuera de genero salvífico …; los sujetos -tantísimos- que hicieron el pasaje experiencial testimonian -cuando la afasia sucumbe- un estado de pertenencia a algo que los excede, una pertenencia desbordante y radical, una conciencia de pertenencia ilimitada.[10]



Desgraciarse, perder la gracia, cercenarse al yo, anclarse a ese espasmo mundano, suturar la angustia, olvidar que la angostura es una lengua divina, hablar con la lengua de los regímenes totalitarios, con la modalidad del yo supremo de la meritocracia, con la vaga meditación de la New Age como revival de la franco masonería, replicar adoctrinamientos discursivos, amordazar el cuerpo, anestesiarlo en botox, obligarlo en hialurónicos, trotar, sudar, trotar en la asepsia inigualable de la jaula del hámster para ver de a ratos la marcha del pueblo de la memoria en llamas desde la altísima ventana espejada y sellada con blindex.[11]



Hay quien dice que la tristeza es hija de la impotencia (entre otrxs Deleuze cuando reescribe a Spinoza) y hay quien agrega que la impotencia es el dolor de entrar en el lenguaje, como quien abandona una magia anterior, un modo de la existencia cuya textura y materia tiene la forma de una felicidad que luego nos orbita como un recordatorio extremo de haber sido otrxs. Estxs que aquí dialogan consideran que la felicidad es huidiza no tanto porque no se deje atrapar sino porque no se puede decir, porque la traducción que hacemos de ella en nuestras ansiosas y crispadas lenguas resulta desbordada, y cada vez que se la quiere nombrar se la desordena,

y finalmente se la descompone.

La felicidad no está en la otra orilla (tal como se le atribuye a Kafka en su discurrir), ni en la otra punta; sino en la punta de la lengua, borde mágico donde la cosa nunca muerta es bañada por el mar de la palabra o por un poquito de saliva. Por eso se dice que la lengua es melancólica, porque tiene un corazón que añora la magia intuida y abandonada.[12]




Notas al pie:


[1] Victoria Cirlot, Hildegard Von Bingen y la tradición visionaria de Occidente. Editorial Herder. 2005. La cita refiere al texto de Gertrude d´Helfta


Immensum pelagus divinitatis introrsus in pectore
Cristo y San Juan, Antwerp.Museum Mayer van den  Bergh

Un tiempo después vi una visión maravillosa y misteriosa, de tal modo que todas mis vísceras fueron sacudidas y apagada la sensualidad de mi cuerpo. Mi conocimiento cambió de tal modo que casi me desconocía a mí misma. Se desparramaron gotas de suave lluvia de la inspiración de Dios en la conciencia de mi alma, como el Espíritu Santo empapó a san Juan evangelista cuando chupó del pecho de Cristo la profundísima revelación, por lo que su sentido fue tocado por la santa divinidad y se le revelaron los misterios ocultos y las obras, al decir: "En el principio era el verbo" Hildegard Von Bingen 





[2] “Hacer metafísica con el lenguaje hablado es hacer que el lenguaje exprese lo que no expresa comúnmente; es emplearlo de un modo nuevo, excepcional y desacostumbrado, es devolverle la capacidad de producir un estremecimiento físico, es dividirlo y distribuirlo activamente en el espacio, es usar las entonaciones de una manera absolutamente concreta y restituirles el poder de desgarrar y de manifestar realmente algo, es volverse contra el lenguaje y sus fuentes bajamente utilitarias, podría decirse alimenticias, contra sus orígenes de bestia acosada, es en fin considerar el lenguaje como forma de encantamiento. Artaud, Antonin. El Teatro y su Doble. Traducción de Enrique Alonso y Francisco Abelenda. Editorial Sudamericana. Buenos Aires 1964


[3] En orden de aparición, en itálica, líneas de: Un soplo de vida, Clarice Lispector; Del desierto al libro, Edmond Jabés.

[4] “Hacer metafísica con el lenguaje hablado es hacer que el lenguaje exprese lo que no expresa comúnmente; es emplearlo de un modo nuevo, excepcional y desacostumbrado, es devolverle la capacidad de producir un estremecimiento físico, es dividirlo y distribuirlo activamente en el espacio, es usar las entonaciones de una manera absolutamente concreta y restituirles el poder de desgarrar y de manifestar realmente algo, es volverse contra el lenguaje y sus fuentes bajamente utilitarias, podría decirse alimenticias, contra sus orígenes de bestia acosada, es en fin considerar el lenguaje como forma de encantamiento. Artaud, Antonin.  El Teatro y su Doble. Traducción de Enrique Alonso y Francisco Abelenda. Editorial Sudamericana. Buenos Aires 1964

[5] En orden de aparición, en itálica, líneas de: Un soplo de vida, Clarice Lispector; Del desierto al libro, Edmond Jabés.


[6] Versiones, lecturas y traducciones posibles de los apotegmas de las madres y padres del desier-to de Escete. Siglo IV y V. d.C. Por orden de aparición, en italic, citas reversionadas de: Martí Avila i Serra/ Abba Macario/ Refiere a San miguel Arcángel > Ut qui Deum non sicut Deum./ Abba Isaías./Abba Aghaton.

[7] Clarice Lispector, 1964. La pasión según GH. El Aleph. En traducción de Alberto Villalba (2000)

Texto y párrafo siguiente intervenido. El párrafo elegido finalza así : “ Y entonces adoro.”


[8] La felicidad siempre está amenazada; el sujeto de la felicidad sabe más de la amenaza que de la felicidad misma, la felicidad para el sujeto de la felicidad es un enigma que acaso mejor ni decir para que no disuelva su magia. La palabra atenta contra la felicidad: la felicidad es en silencio, en un silencio secreto, que siempre se rompe, porque nunca nos cabe en la boca. Si el éxtasis admitiera un sujeto, sería un sujeto del limbo; un límbico sujeto, orbitado y orbitante, resarcido de amenaza, porque en el limbo la amenaza no cuenta, tampoco cuenta la culpa, ni la pérdida, ni los nombres, ni dios porque “Dios esta con los que no piensan”. El éxtasis es el encuentro. La palabra poética su aura. Vanesa Guerra, 2017. Walser, traductor del limbo. (En italic la autora cita a Robert Walser en Jakob von Gunten.


[9] Nicolas de Cusa, citado por Victoria Cirlot. Algunas líneas después agrega: “… la naturaleza constituye por tanto el punto de encuentro entre un yo que se abandona y una exterioridad que se torna íntima” . La visión abierta, 2010


[10] Hno. Steindl-Rast David, 2020. Mirar. La pertenencia que experimentamos es ilimitada y no se reduce a los seres humanos, por el contrario, se abre a los animales, las plantas, el planeta, todo el universo (…) Plegaria: Si tan sólo pudiera sostener mi taza de té tan atentamente como la ardilla sostiene su nuez.


[11] Recuerdo en 2018 una escena que se recorta de una marcha a la plaza; avanzábamos por la diagonal norte y mientras lxs de abajo ya intuíamos la corrida, alcance a ver un Gym en las alturas de las cúpulas del microcentro y un trotador de cinta en su opacea silueta blindada en el ventanal, casi entrando la noche.

[12] El último párrafo pivotea sobre Magia y felicidad. Profanaciones. Giorgio Agamben 2005 AH Editora.




 Fin de la segunda parte

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Texto imperdible: Victoria Cirlot
 
PRIMERA PARTE > Bailad!! 
La lengua es un saber hacer con lo ausente en un mundo donde todo sobra. >< Primera parte

TERCERA PARTE <> Tercera parte
En esta entrega: El silencio y la sombra. Notas errantes sobre la depresión

CUARTA PARTE >< CUARTA PARTE
El espíritu guerrero irá encendido en angustias.
Su corazón no es infeliz.

QUINTA PARTE >< QUINTA PARTE 
Pensar con otrxs: Trama abierta. Ensamble Martín Glozman >< Vanesa Guerra

Sexta parteSexta Parte
Tenemos que hablar de Hildegard, mon amour
(a propósito de Estrella Negra
ficción mística de Mariana Docampo)