El gallo
La noche apenas más
oscura que un millón de horas atrás.
El gallo de Juan
Rosario pasa por la puerta de la casa de Wilson.
Wilson, en la
penumbra, lo ve por la ventana.
Una vez quisieron
seguir al gallo, pero el gallo se dio cuenta y no dio un paso más. Ramono dice
que debe ir siempre al mismo lugar. Juan Rosario agrega que es un alma en pena,
reencarnada, que vuelve siempre al mismo punto. Wilson se va a su casa cada vez
que empiezan con los misterios. Ramono insiste en que es muy poca la gente que
lo ve para la cantidad de tiempo que desaparece del gallinero; está al borde de
una hipótesis: por lo menos deberían verlo como cuatro veces cada uno
suponiendo que diera toda la vuelta al pueblo y recorriera todas sus calles.
Juan Rosario piensa que alguna vez lograrán engañarlo y a hurtadillas lo
seguirán. Ramono se agita, insiste en que una parte del pueblo lo ve al
comienzo del día y otra parte en su final. Juan Rosario ha interrogado a todos
y con ciertas aproximaciones y considerando algunos errores de cálculo, el
gallo saldría del pueblo en dirección sur y retornaría al pueblo, ya entrada la
noche, desde el oeste.
Wilson piensa,
mientras el gallo pasa por la puerta de su casa, que la primera y próxima noche
que no garúe, Ramono y Juan Rosario volverán sobre el acostumbrado e inconcluso
tema del gallo.
Decide.
Esa noche faltará a la
plaza.
>> págs.46-47
Cómo sopla el Serpentino cuando no canta el gallo.
Vanesa Guerra. Editorial Bajo La Luna.
ivana portnoy
mingorance
mingorance gustavo
portnoy ivana
Cómo sopla el Serpentino cuando no canta el gallo
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